Desobedecer el apocalipsis 8. Sentir

Cerramos la Escola de pensament de esta temporada con las armas para combatir la narrativa apocalíptica. Moderada por Marina Garcés y Albert Lladó, hablaremos de sentir amb Clara Peya, en la Plaça Margarida Xirgu.

Clara Peya es graduada en piano clásico por la ESMUC (2007) y cursó estudios Superiores de jazz y moderno en el Taller de músics de Barcelona. Ha estudiado durante más de 12 años con el profesor Leonid Sintsev, con quien siguió la formación en el conservatorio Rimski-Kórsakov de San Petersburgo (Rusia). Ha sido alumna de maestros de música moderna y jazz como Joan Monné, Juan Díaz, Roger Mas, Txema Riera y Marco Mezquida. A sus 37 años ya ha presentado trece discos a su nombre en los que ha colaborado con músicos como Sílvia Pérez Cruz, Salvador Sobral, Alberto Pla, Judit Neddermann, Alessio Arena, Leo Rizzi, Ferran Savall o Magalí Sare, entre otros. Además, tocó con diferentes formaciones por toda España, México, Francia, Inglaterra y Rusia. Es cofundadora de la compañía de teatro, danza y música en directo Les Impuxibles, impulsora de producciones como Harakiri (2022), Hambre (2020), Suite Toc núm. 6 (2019), AÜC (2017) o Limbo (2015), y ha compuesto diversas músicas para espectáculos de teatro y danza, también para el Teatre Lliure, como Jane Eyre (2017) y Renard o El llibre de les bèsties ( 2016).
Galardones:
- Premio de la Academia de música catalana a mejor gira 2022 por Periferia
- Premio Butaca a Mejor composición musical y al mejor espectáculo por Suite TOC num 6 (2019)
- Premio Nacional de Cultura 2019 a su trayectoria y compromiso a artístico
- Premio de la Crítica de la revista Enderrock a mejor álbum 2018 por ESTÓMAC
- Premio Altaveu 2019 a su recorrido artístico
- Premio Butaca 2019 a la mejor banda sonora por AÜC


Secuestrados por los relatos que únicamente saben anunciar el fin del mundo, la idea de futuro ha quedado colapsada por un presente que sólo sabe relacionarse con él desde el abatimiento, el desánimo o, aún peor, la indiferencia. La alegría, lo sabemos, es todavía un acto desobediente y, una vez detectadas las trampas de una felicidad vacía, la capacidad de jugar sigue siendo una herramienta insobornable de la creación y de la crítica, de la escena y del pensamiento. La Escola de pensament nos invita, pues, a despertar en los vínculos desde el gesto y la palabra, como espacios de compromiso y tentativa.